La jornada en Rosario comenzó inestable. Lluvias, tormentas, cielo gris y la sensación lúgubre que entregan los días de ese estilo. Sin embargo, con el correr de la mañana el sol comenzó a copar la escena y llegado el mediodía ya había ganado la batalla. El clima de este viernes es casi una copia fiel de los tiempos que vive una ciudad (y sus habitantes), que se prepara para recibir la final de la Primera Nacional entre Aldosivi y San Martín de Tucumán: el sol y la alegría le torció el brazo a la oscuridad, al miedo y a la inseguridad.

Hoy Rosario, conocida y muchas veces juzgada por sus problemas de violencia, muestra otro rostro: uno que ha dejado el miedo en el pasado y recobra la alegría en las calles, en los parques y en también en las palabras de sus habitantes. “Estamos mucho más tranquilos. La violencia quedó de lado y hoy podemos vivir un poco mejor”, dice Héctor, un taxista que prefiere no dar a conocer su apellido. “Lo de seguridad es relativo. Como en toda gran ciudad tenés que tomar recaudos. No podés andar distraído, con el celular en la mano, porque te exponés a los oportunistas. Pero sí, los hechos de violencia y sangre, felizmente, han quedado en el pasado”, agrega.

El microcentro ofrece una postal usual para un día hábil. Personas que caminan presurosas rumbo a su trabajo se mezclan con otras que aprovechan para hacer las compras sonrientes sabiendo que el fin de semana está al caer. En las plazas y en los parques, muchos disfrutan del momento: hombres y mujeres de todas las edades trotan, hacen ejercicios o simplemente caminan, ocupando esos lugares que antes evitaban por prudencia. Todos parecen desplazarse con calma, con la familiaridad de quien retoma un territorio propio que alguna vez se sintió ajeno.

TURISTAS. Un contingente de niños visitó el Monumento a la Bandera. Foto de Bruno Farano

Los taxistas circulan sin mirar hacia los costados con sospecha, y los rostros de sus pasajeros ya no reflejan esa tensión que, no hace mucho, era habitual. "Ahora el que se sube al taxi lo hace mirando por la ventana, no al espejo retrovisor", Joel, un conductor de una app de viajes. En el balneario Florida, ubicado sobre la costanera, casi debajo del puente “Nuestra Señora del Rosario” (conecta Rosario con Victoria), hay quienes aprovechan para tomar sol y disfrutar de un chapuzón que ayuda a combatir una jornada tórrida, en la que la temperatura llegó a superar los 34 grados que parecen ser mucho más producto de la humedad. Y la zona del Monumento a la Bandera es un ir y venir de turistas que, con celulares en mano, intentan retratar para siempre ese momento.

“Con la nueva gestión, que inició el 10 de diciembre de 2023, los índices de inseguridad han bajado considerablemente. Por eso de ese tiempo a esta parte no se cesamos de hacer eventos masivos, de las características de la final que se jugará este domingo”, explica Gustavo Velázquez, coordinador de Seguridad de Eventos Masivos de la provincia de Santa Fe. “En este tiempo conviven recitales de 30.000 personas con partidos de fútbol de 40.000. La ciudad y la provincia están pasando un buen momento. Queremos generar tranquilidad, que el hincha de San Martín venga a disfrutar del espectáculo deportivo, pero también de la ciudad”, agrega.

Hace un año, Rosario era noticia por hechos tristes. Violencia, inseguridad, peleas entre bandas narcos y hasta crímenes de algunos civiles. Pero eso ha cambiado y hoy, según aseguran, en la ciudad se respira otros aires. “En la zona periféricas y en los barrios más jodidos como Las Flores, Ludueña, Industrial o 17 de Agosto hay mucha presencia de efectivos de seguridad. Si te das una vuelta, vas a ver gendarmes con armas largas, patrulleros… Está bien contenido todo gracias a Dios”, asegura Héctor, mientras detiene su taxi y mira hacia atrás buscando el contacto visual como para que su sentencia parezca mucho más firme.

“La ciudad está súper tranquila después de un momento en el que estuvo ‘picante’. Obvio que hay que tomar los recaudos necesarios: andar con cuidado, no meterse en barrios periféricos… Pero es ni más ni menos lo que puede pasar en Tucumán o en cualquiera de las grandes urbes”, asegura Elbio Evangeliste, periodista deportivo. “El hincha de San Martín que viene, va a ir a la cancha; pero si lo hace con tiempo y quiere pegar una vuelta por la costanera o por el centro, puede hacerlo perfectamente. Hace ya bastante tiempo que no se reportan homicidios ni asesinatos. Pararon las peleas entre bandas narcos y todo está mucho mejor”.

Y no es sólo cuestión de cifras: para quienes viven aquí, es como si la calma se hubiera apoderado después del paso de un vendaval que había tenido a los ciudadanos bajo tensión.

El martes, el gobernador Maximiliano Pullaro estuvo recorriendo la ciudad junto al intendente Pablo Javkin, con el objetivo de presentar los resultados de las acciones desarrolladas en el marco del Programa de Intervención Barrial Focalizada. “Cuando ganamos las elecciones, pedí lograr que en Rosario, y en la provincia de Santa Fe, bajaran los niveles de violencia para poder vivir en paz. Y casi 11 meses después, de a poco vamos cumpliendo. Demostramos que los malos nunca nos van a ganar porque la gente buena, que quiere vivir en paz y tranquila es mucha más”, aseguró.

Durante la siesta, el sol se ha transformado prácticamente en una especie de enemigo para el caminante promedio. La temperatura y la humedad castigan a una ciudad en la que en cada metro se mezcla lo bohemio, lo tanguero y lo cool. Sin embargo, todo parece estar calmo.

La leve brisa que llega desde el río Paraná se cuela entre los árboles, bajo el sol que pinta cada esquina con una luz cálida y fuerte. Rosario resplandece en su propia reconstrucción, mientras espera el arribo de miles de fanáticos que el domingo le pondrán pasión a un partido en el que San Martín pondrá en juego no sólo su enorme campaña, sino también varios años de esfuerzo, sueños y esperanzas.